19 de noviembre de 2024 07:52 AM
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Del código de barras al QR con Blockchain en pos de la seguridad alimentaria

El gran salto de la tecnología es transportar valor agregado en la certeza de impacto ambiental positivo, verificado, de los productos agrícolas a escala global, en línea con un consumidor que busca productos sostenibles y amigables con el ambiente.

La seguridad alimentaria, la eficiencia en la cadena de valor para evitar el desperdicio y la demanda de calidad de los mercados internacionales siempre han sido puntos clave en la industria agroalimentaria. Para ofrecer valor agregado, en cumplimiento con altos estándares mencionados, la trazabilidad ha ido evolucionando junto a la tecnología agrícola, para ofrecer robustez a toda la cadena.

El código de barras fue el precursor de la trazabilidad, en Argentina y en el mundo. Este sistema de identificación permitió diferenciar los lotes, su origen por productor, empresa y país, en los mercados. Por primera vez, las cadenas de valor de la carne, los lácteos y el agro contaron con un seguimiento individualizado de los productos, que era imposible realizar de forma manual con el volumen necesario.

Desde los años 80 y hasta los 2000, la trazabilidad estuvo más orientada a garantizar estándares de calidad en los sectores productivos, diferenciando la producción frente a los mercados internacionales. Esto, a su vez, transformó la demanda de la industria y las empresas procesadoras de alimentos que se volvieron más selectivas a la hora de adquirir materias primas, frente a mercados exigentes, tanto de especialidades como de atributos básicos de commodities. 

La trazabilidad, desde entonces, es una herramienta para escalar en la calidad de los alimentos. Esto se potenció con la creación del SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria), en 1996, para dar respuesta a la necesidad de mejorar los estándares de exportación en un marco de aumento de las regulaciones internacionales. 

La Identificación por Radiofrecuencia (RFID) fue otro de los desarrollos que, a partir de 2010, agilizó y modernizó la capacidad de ofrecer información en cada paquete, con la aplicación de etiquetas electrónicas. Asimismo, consolidó el desarrollo de una base de datos centralizada, para un seguimiento en tiempo real de la cadena de suministro. Fue el primer paso para la digitalización en la tecnología de trazabilidad que, pocos años después, evolucionaría con la implementación de Blockchain para el registro de indicadores ambientales ligados a cada lote, y su acceso por medio de códigos QR directo del paquete.

“Hoy, cada vez más productores locales aplican la tecnología de trazabilidad con Blockchain en su producción agrícola, posicionándose de forma privilegiada y positiva frente a los mercados más exigentes”, indica Matías O’Keefe, Co-Founder & CTO de ucrop.it, plataforma argentina de trazabilidad, líder en LATAM.

Al igual que las primeras soluciones de trazabilidad, vuelve a cambiar las reglas de juego en la comercialización, poniendo al consumidor final en un lugar privilegiado al ofrecer información certera y verificable del campo a la mesa. 

“La trazabilidad con Blockchain eleva la transparencia y confianza en nuestras materias primas en el mundo, promoviendo una cadena de valor agroalimentaria robusta y beneficiosa para todos los actores de la industria, incluyendo al consumidor final como parte esencial de esta transformación hacia una agricultura sustentable verificada a escala que realmente promueve un cambio positivo en el medio ambiente y la salud de las especies, nosotros incluidos. Porque no hay planeta B”, añade O’Keefe.

Hasta aquí, las tecnologías de trazabilidad hacían foco en atributos físicos de los productos, en cosas que se veían, palpaban, eran tangibles e inherentes a lo físico mayormente. Calidad, volúmenes, compuestos, temperaturas, humedad, niveles de proteína, entre otras condiciones conocidas.

¿Qué sucede cuando el valor agregado comienza a ser la forma, los orígenes o manejos de producción?, que tienen resultados de impacto invisibles al ojo humano, pero muy reales en las consecuencias del medio ambiente”, reflexiona el Co-Founder de ucrop.it.

Por su condición de agroexportador, Argentina siempre fue un país pionero en adaptarse a los requerimientos internacionales de trazabilidad a lo largo de la historia. Hoy, cada vez más productores locales aplican la tecnología de trazabilidad con Blockchain en su producción agrícola, posicionándose de forma privilegiada y positiva frente a los mercados más exigentes.

El gran salto de la tecnología de trazabilidad actual es transportar valor agregado en la certeza de impacto ambiental positivo, verificado, de los productos agrícolas a escala global, en línea con un consumidor que busca productos sostenibles y amigables con el ambiente. Según theroundup.org, think tank de conciencia y consumo responsable, un producto etiquetado sustentable rota tres veces más rápido que uno convencional; el 55 % de los consumidores estarán dispuestos a pagar más por productos verificados sustentables y 86 % a evitar premiar con su compra productos de compañías que no tengan un compromiso sustentable detrás. 

El consumidor está cambiando y, así como exige calidad, precio, prestaciones, comienza a exigir sustentabilidad como atributo de los productos. La innovación de QRs en reemplazo de los códigos de barras, permite hoy adentrar a todo aquel que tiene un teléfono en una experiencia virtual de consumidor educado, con experiencias interactivas que los códigos de barra nunca posibilitaron.

En un contexto en el que las regulaciones son más sofisticadas en pos de una producción agrícola sustentable a escala global, la trazabilidad promueve las buenas prácticas agrícolas y las transforma en valor agregado y rentabilidad para el productor. Es una cadena en la que todos los actores de la industria ganan y es un cambio de paradigma que está modificando a la industria agroalimentaria, forestal y de biocombustibles a nivel planetario sin vuelta atrás.

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