Los precios internacionales de la carne de porcino fueron los que más bajaron, reflejando el aumento de los sacrificios en Europa occidental en medio de una débil demanda interna y externa.

Para la carne de aves, su valor bajó ligeramente, debido al aumento de la oferta de exportación de los principales productores mundiales.

El precio mundial de la carne de ovino se mantuvo prácticamente estable, ya que el aumento de la demanda mundial contrarrestó el incremento de la oferta de Oceanía en la nueva temporada. 

En cambio, las cotizaciones internacionales de la carne de vacuno aumentaron moderadamente, apuntaladas por unas compras internacionales más fuertes.