Cambió el mapa productivo: el temor, la jugada obligada y el cultivo que volvió y sorprendió esta cosecha
El inicio de la cosecha y la aparición de los primeros fríos marcan el cierre de la campaña 2024-25. Una campaña que estuvo marcada por el cambio de escenarios continuos durante su desarrollo.
Durante la época de planificación y presiembra los principales factores en la decisión de asignación de cultivos en los lotes eran por ese entonces: la chicharrita, el pronóstico de año Niña y el bajo precio de los granos. Estos factores ponían en alerta a numerosas regiones del país que venían muy golpeadas por malas campañas anteriores y justamente en esas áreas es donde el riesgo era mayor.
Recordemos que el atraso en la fecha de siembra en maíz justamente es una tecnología de proceso recomendada para enfrentar ambientes más restrictivos, permitiéndote almacenar el agua de la primavera en el perfil previo a la siembra y ubicar el periodo crítico del cultivo en un periodo de menor demanda ambiental entre otras ventajas. Pero también se especulaba con la aparición nuevamente del achaparramiento producido por Dalbulus maidis (chicharrita) muy fresco en el recuerdo de todos los que la padecieron. A este contexto también se sumaban empresas agropecuarias desfinanciadas por los resultados económicos de las últimas campañas que, directamente, preferían no correr más riesgos y decidirse por soja reduciendo la inversión necesaria para llevarlos a cabo.
Esta suma de factores produjeron un cambio en el mapa productivo que se venía viendo en los últimos años en gran parte del país, con el retorno del girasol a esos ambientes un poco más restrictivos como opción al maíz tardío y también con un crecimiento del área de soja y sorgo.
La sorpresa del girasol
El girasol volvió y se consolido nuevamente en numerosos planteos donde los resultados fueron de buenos a muy buenos. Como se terminó presentando el año con una primavera benigna y un enero seco el girasol obtuvo mejores resultados que alguno de sus competidores en esa misma fecha de siembra en ambientes inferiores. Por ejemplo, tenemos lotes vecinos de soja y girasol sembrados en octubre en suelos clase de uso IV entre Leones y Noetinger donde cosechamos 2800 kg/ha de girasol y 1900 kg/ha de soja.
Respecto de maíz la suerte dependió de la fecha de siembra utilizada en el ambiente que fueron implantados. En base a esto se generaron varios escenarios en las diferentes regiones, por ejemplo, por temor a la chicharrita gran cantidad de productores en zonas restrictivas ambientalmente decidieron sembrar temprano.
Estos cultivos se implantaron correctamente y tuvieron en general muy buenas condiciones durante sus etapas vegetativas, acompañados por una primavera fresca y húmeda. Pero cuando desde mediados de diciembre se cortó el agua y empezaron a golpear después los picos térmicos de enero esos cultivos se derrumbaron, porque generalmente son ambientes sin capacidad de retener agua o tienen algún problema de sales.

En cambio, los sembrados en diciembre en esas mismas regiones experimentaron una situación casi inversa, fueron sembrados con el perfil cargado de la primavera, luego tuvieron un estadio vegetativo complicado en cuanto a temperaturas y lluvias que determinaron en menor desarrollo del cultivo, pero las lluvias le llegaron a tiempo desde su periodo crítico hasta llenado de granos generando en esas zonas mejores expectativas de rinde que los tempranos.
En cuanto a los maíces sembrados en buenos ambientes también se generaron dos situaciones contrastantes en los tempranos. Estuvieron los que con las escasas precipitaciones de inicio de septiembre se arriesgaron a sembrar y por otro lado los que esperaron que se recomponga un poco el perfil hídrico y aumenten las temperaturas para una correcta implantación.

Los sembrados en septiembre fueron acompañados por las lluvias de la primavera durante su periodo vegetativo y expusieron su periodo crítico en las todavía buenas condiciones ambientales de diciembre, sufriendo un poco posteriormente en llenado de granos que es donde resintieron algo su rendimiento. En cambio, los tempranos sembrados desde mediados de octubre en adelante ya empezaron sufriendo desde inicio de floración, situación por la cual numerosos lotes experimentaron una importante removilización de su caña y hoy están teniendo problemas quebrado y vuelco previo a su recolección.
Otra característica de la campaña fue el escape de malezas, generado por un banco de semillas cada vez mayor en los lotes, sumado a una entrada de año Niña con precipitaciones erráticas que no permiten el accionar de los herbicidas residuales que actúan principalmente por hidrolisis y temperaturas frescas que retrasaron las pulsiones de germinación las principales malezas resistentes.
Frente a esta situación, los genotipos que poseían tecnologías diferenciales para el control de malezas en post emergencia hicieron la diferencia tanto en maíz como en soja.
Otra situación que se dio sobre el cierre de la campaña es la aparición de precipitaciones cercanas al periodo de recolección. Situación no tan propicia para efectuar las tareas de cosecha, principalmente por el estado del piso y el riesgo que proporciona a los cultivos listos para trillar, pero que, a su vez, también genera una luz de esperanza para la siembra cercana de la fina. Ya que en gran parte de la región núcleo agrícola del país las precipitaciones invernales son casi nulas y se necesita de una recarga otoñal de los suelos para poder realizarlos con éxito.
El autor es asesor de productores en la zona núcleo
Por Juan Pablo Ioele