El vermicompostaje, una manera de aprovechar el bagazo y fertilizar el suelo de las viñas
A través del proyecto Viñ@Sostenible, la Cooperativa Vitivinícola Arousana, S.C.G. (Paco&Lola) apostó por valorizar el bagazo de uva a través del vermicompostaje. Mediante lombrices se crea un compost que ofrece un proceso acelerado de biooxidación y estabilización de materias orgánicas del bagazo para su incorporación a los suelos vitícolas. Se emplea como enmienda orgánica ya que es rico en nutrientes, principalmente nitrógeno y potasio, e incrementa la actividad microbiana del suelo.
Ciclo del vermicompostaje. Imagen de Daniel Durán
Durante la exposición de los primeros avances del proyecto, que tuvo lugar en el Pazo de Toubes (Cenlle, Ourense), Daniel Durán Pereira, técnico de innovación y viticultura de Paco & Lola, explicó como fue el proceso de vermicompostaje. «El bagazo lo tenemos y la necesidad de fertilizar el suelo también la hay, entonces teníamos que buscar un anexo, que fue a través del vermicompostaje, para cerrar el círculo. El objetivo es obtener biofertilizantes con un gran valor agronómico que sirva de abono orgánico con riqueza y diversidad de microorganismos», indica.
Fases del proceso
Las lombrices se denominan el «molino biológico», ya que modifican las características físicas, químicas y biológicas, acelerando su estabilización y higienizando la materia orgánica. Pasan por dos fases durante el proceso: una inicial (actividad de la lombriz) y otra activa (población microbiana). Para el vermicompostaje se emplearán las lombrices Eisenia y Dendrobaena.
Para realizar los ensayos contaron con la colaboración de EcoCelta. «Establecemos un período mínimo de seis meses, pero finalmente nuestro ensayo duró siete. Es decir, si en septiembre hacemos la vendimia, en marzo ya podríamos tener el vermicompostaje», indica Durán. En el ensayo se partió de un volumen de 25 m3 de bagazo. Primeramente, hay una fase de homogeneización, con una estabilización durante 12 días de almacenado «para evitar que haya fermentaciones u otros procesos, ya que el bagazo fresco puede alcanzar más de 40º C». Luego ya se preparan los contenedores de 600 litros para posteriormente realizar la inoculación de las lombrices, que en el ensayo se realizó de dos modos: superior e inferior.
Cajas donde se empezó el proceso de vermicompostaje. Imagen de Daniel Durán
Durante el proceso es necesario controlar los parámetros de humedad, temperatura y oxigenación de los contenedores para que se produzca una correcta cría de las lombrices. La humedad idónea es del 80-90 %, que se puede conseguir con riego natural o con la propia agua de la lluvia. La temperatura «en este caso fue la ambiental, ya que el proceso se realizó en el exteriores» y a la oxigenación «si es necesario, hay que hacer un removido cada cierto tiempo». También es necesario observar cómo ve la evolución de la población de lombrices, revisar si hay mortalidad de individuos, presencia de huevos, etc.
Toma de muestras del primer humus
Se tomaron muestras del bagazo recibido y del humus obtenido para analizar sus calidades físico-químicas. «Se observó que el contenido de la humedad es un factor que limita el desarrollo de las lombrices», explica el técnico. También se detectó un incremento del pH durante el proceso de vermicompostaje, factor limitante en la aplicación del bagazo directamente a los suelos, particularmente en el caso de suelos con uno bajo pH como el de la subzona del Valle del Salnés de la D.O. Rías Baixas.
Durante el vermicompostaje se produce una mineralización de la materia orgánica, reduciéndose el carbono orgánico total y la relación C/N. Detectaron un incremento al final del proceso de nitrógeno debido a la mineralización de la materia orgánica, a la vez que se produce una reducción de compuesto como el potasio debido a que es un nutriente lábil que sufre fácilmente los procesos de lixiviación ocasionados por la lluvia o riego.
Aplicación en terrenos
Para finalizar este proceso, aplicaron el vermicompostaje en viñedos en producción de la subzona Valle del Salnés, en las Rías Baixas. Tomaron 189 muestras en el presente año, con diferentes objetivos: analíticas rutinarias de fertilidad del suelo y de abundancia y diversidades de la microbiota en los suelos tras la aplicación del vermicompost. En estas determinaciones se contó con la colaboración del Laboratorio de Suelos de la Estación Fitopatlógica del Areeiro y de la Estación de Viticultura y Enología de Galicia, respectivamente.
Humus creado por el vermicompostaje. Imagen de Daniel Durán
A partir de ahí, afirman que «el proceso de transformación del bagazo en humus de lombriz a través del proceso de vermicompostaje tuvo buenos resultados a nivel del humus de lombriz obtenido». Añade que como resultado se obtuvo en siete meses una enmienda orgánica adecuada para abonado o plantación de viñedo cuyas dosis se recomendarían en función de las condiciones del suelo agrícola. «Esperamos confirmar que el vermicompost final es una enmienda cuya aplicación agrícola mejora las propiedades fisico-químicas, aumentando la actividad microbiana del suelo y favoreciendo las condiciones nutricionales de los cultivos».
Se puede decir que es una tecnología de gestión de residuos de bagazo eficiente y respetuosa con el medio ambiente. Además, del proceso de valorización «también se pueden obtener compuestos bioactivos de alto valor añadido para la industria cosmética, farmacéutica y alimentaria».