En una región marcada por la pobreza y la precariedad económica, los productores de mandarinas criollas enfrentan una dura realidad. Toneladas de, productor de Chajarí, Entre Ríos y dirigente de la Federación Agraria Argentina, describe la situación como desesperante. “Llegaron las lluvias, acompañadas justamente con el problema del receso económico que hay.

Una posible salida para los productores fue la venta a fábricas elaboradoras de jugo. Sin embargo, estas fábricas están actualmente saturadas y priorizan la extracción de jugo de naranja, destinado al mercado externo por su mejor precio. La exportación de fruta fresca, por otro lado, no es viable debido a la falta de competitividad.

El panorama es desalentador: “Hay un problema serio en el consumo, no hay fuerza, porque si hoy te pagan 150 pesos un kilo, a la fábrica ya no le están cerrando los números tampoco a 150. Arrancamos así, tenemos miedo que por ahí esto pase a otra producción, a otra variedad. que se prolongue en el tiempo”, expresó Calgaro.